Arnedillo con silla de ruedas
Siempre he pensado que hay lugares con encanto que, pese a no ser especialmente accesibles, pueden ser interesantes para visitar y dar a conocer. Arnedillo es uno de ellos. Es un pequeño pueblo con mucho encanto ubicado en el Valle del Cidados, en La Rioja. Está muy cerca de las vecinas localidades de Arnedo, conocida como Ciudad del Calzado o Enciso, uno de los lugares donde podréis encontrar gran cantidad de restos arqueológicos de Icnitas y dinosaurios.

Pero volviendo a Arnedillo, yo suelo ir a menudo porque allí comienza la Vía Verde del Cidacos que llega hasta Calahorra. Todo el recorrido dura más de 30 km pero es cuesta abajo y resulta en general muy cómodo para recorrer con silla de ruedas. Nosotros solemos hacer un pequeño tramo de unos 10 o 12 km y después terminamos de nuevo en Arnedillo para disfrutar del entorno.
El pueblo tiene muchas cuestas por eso, para llegar al inicio de la vía verde os aconsejo que lleguéis con el coche hasta las piscinas y desde allí comencéis la «caminata». En la parte alta del pueblo hay varios bares y restaurantes, todos ellos con terrazas. Nosotros solemos parar siempre en la Cervecería Campus porque tienen baño adaptado y para mí es un plus. Ofrecen servicio de menú del día, platos combinados y bocatas, todos ellos riquísimos y a precios ajustados.
También es aconsejable que bajéis con el coche hasta la plaza del pueblo, donde está la iglesia y el Ayuntamiento. Allí podéis dejar el coche y rodar por la parte baja descubriendo el antiguo lavadero y dar un paseo junto al río Cidacos por un pequeño sendero bastante accesible. Si seguís este sendero que bordea el pueblo, llegaréis hasta las pozas termales, la gran joya de Arnedillo. En este pueblo son famosas sus aguas minero medicinales y en el propio río se han acondicionado unas zonas de baño para poder disfrutar de estas aguas totalmente gratis. La pena es que estas pozas no son accesibles para silla de ruedas así que si queréis disfrutarlas tendréis que llevar amigos que os echen un capote.

Hace unos días, aprovechamos una mañana de verano para recorrer un tramo de vía verde y terminar almorzando al aire libre en buena compañía. Uno de los pequeños placeres de la vida que creo que a todos nos pueden gustar y prácticamente sin gastar un euro.
Escrito por Kity.
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