Descubrir Girona a lomos de mi silla de ruedas
Histórica ciudad es esta Girona. Fundada en tiempos de los romanos, por ella pasaba la Vía Augusta. Fue invadida por musulmanes, franceses, cristianos, etc., víctima de guerras y sitios, aunque todos ellos dejaron su marca en la ciudad en forma de historia. Aquí la comunidad judía tuvo una gran presencia y se desarrolló junto a la ciudad en época medieval, lo que le hace tener uno de los barrios judíos mejor conservados de Europa.
La ciudad se encuentra atravesada por 4 ríos, el Ter, el Güel, Galligants y Onyar, que le dan una gran vida y un aspecto de lo más romántico, como si fuesen canales que recorren sus calles.
Para empezar a conocerla, nos rodeamos de la mejor compañía posible, Antonin (Toñín para los amigos), Silvia Jane y Josep (su pareja inseparable), una organizadora de excepción, Claudia y Gemma, una guía súper entretenida que nos acompañó toda la estancia y nos explico Girona de pe a pa.

La llegada fue directa, ya que hasta allí llega el AVE y si hay posibilidad de cogerlo, el viaje resulta muy cómodo sobre todo por tener el servicio de Atendo e ir los trenes con baño adaptado. En este enlace teneís información y trucos para viajar en tren con silla de ruedas
Nos alojamos en el hotel Gran Ultonia, bastante céntrico, muy cómodo y accesible para silla de ruedas, aunque tienen la ducha un pelín complicada para acceder con tu silla.


Después de la llegada y la toma de posesión de la habitación, salimos a dar un paseo y a conocer el centro de Girona.
Empezamos por la Plaza de Independencia, es como una plaza mayor llena de soportales y edificios antiguos. Sus soportales están llenos de terrazas de bares y restaurantes que animan al visitante a salir y conectar con la ciudad y sus gentes. Aquí da comienzo la calle Santa Clara, que transcurre paralela al rio Onyar y es una de las calles más comerciales de la ciudad. A pocos pasos de empezarla, descubrimos la heladería de los hermanos Roca. heladería Rocambolesc, famosos cocineros de la zona, no en vano, su famoso restaurante Can de Roca ha sido catalogado como el mejor restaurante del mundo. La heladería es una chulada, imita a la fábrica imaginaria de los helados y estos, son un manjar para los mortales, así que nos cominos uno cada uno sin temblar, que todos los días no se pasa por allí, jajajajaja.

Siguiendo por esta calle, vimos el puente Eiffel, diseñado por el mismo que construyó la torre que lleva su propio nombre en Paris, y donde se ven las fotos tan bonitas con los edificios de colores que el Ayuntamiento de Girona utiliza para su promoción.

Después de recorrer la calle casi entera, fue la escusa perfecta para decir que habíamos hecho hambre y volver a la plaza mayor a comer a uno de esos restaurantes que la copaban, el Restaurante Casa Marieta. Tanto el restaurante, con baño adaptado, como la plaza y la calle Santa Clara son accesibles y cómodas para la circulación con silla de ruedas, aunque también han tenido en cuenta para su diseño a las personas con discapacidad visual.
Con el estómago bien lleno, con un breve paseito, nos acercamos al hotel a descansar y tomar fuerzas para las actividades del día siguiente.
Amanece en Girona y nos saluda con un día espectacular. Con un taxi adaptado nos acercan hasta la vía verde de El Carrilet, que nace en la misma ciudad y te pasea por las huertas y bosques de la zona. Se une a nosotros Caroline, representante francesa del proyecto naturacc, gracias al cual nosotros tenemos la suerte de visitar la ciudad.

Como no, si todos iban en bici, yo disponía de una handbike manual para realizar el paseo (disponible para todo el mundo porque es alquilada). El recorrido es muy llano y se puede hacer sin mucho esfuerzo, salvo si eres un maleta como yo que usa muy poco las handbike manuales. Después del paseo nos ofrecieron un picnic elaborado por Local Market, una empresa de la zona que elabora picnics para llevar con productos autóctonos y lo más naturales posibles. Por cierto estaba todo ummmmmm…. delicioso.

De regreso en Girona, después de un pequeño recorrido por la vía verde (entera tiene 54 km.), nos acercamos dando un paseo ya en nuestras sillas, al recorrido que han hecho al lado del río, en el paseo de la Devesa, que es un lugar súper tranquilo donde disfrutar de la naturaleza en familia, poder realizar un picnic, dar un paseo, charlar, etc.
Completando la mañana, dando un paseo, nos presentamos en una arrocería en el centro «Restaurante La Alquería«, donde íbamos a comer. Cual es nuestra sorpresa, que es un restaurante de varias plantas unidas por ascensor, con baño adaptado y muy bien decorado, muy chulo. La logística perfecta, la cosa pintaba bien, pero lo mejor estaba por llegar, los arroces espectaculares, los entremeses de quitarse el sombrero y la atención exquisita. Que mas se puede pedir……. Solo un pero, un pequeño escalón en la entrada de unos 5 cm. que se comprometieron a quitar próximamente.

Con el estómago bien lleno, volvemos al centro histórico dando un pequeño paseo, ya que aquí todo esta cerca y así conocemos las calles de la Plaza del Vi hasta la Catedral, otra zona para poder pasear y disfrutar de la ciudad, pero esta ya en el casco histórico. La zona tiene una vida espectacular y casi sin quererlo te presentas en el barrio judío. Aquí empieza lo complicado, la calle tiene mucha pendiente y por el centro está empedrado, eso sí, el paseo aunque sea con ayuda merece la pena. Si te gusta la fotografía, tiene unas fotos muy bonitas.

A medida que vamos subiendo, nos van contando la historia de la ciudad y del barrio en particular, todo ello con la mística que el lugar requiere. Sin darnos cuenta, de repente, aparecemos a los pies de la catedral. Imponente se levanta delante nuestra, alzada por el terreno y con una de las naves góticas mas ancha del mundo. El acceso es casi imposible en silla de ruedas, salvo que se acceda con el tren turístico o en coche, ya que hay que entrar desde la parte mas alta de la calle.

El barrio es precioso y por bien merecida se da la visita, aunque hayamos sudado de lo lindo para hacer el recorrido. Después de pasarlo, si me lo vuelven a proponer sabiendo como es el recorrido, volvería a hacerlo.
Como última actividad del día, pasamos a ver el museo del cine. Te sorprende un montón con todas las evoluciones que ha habido en la historia hasta nuestros días en la manera de hacer cine y en los instrumentos que se utilizan. La visita merece la pena, tiene una gran cantidad de piezas museísticas y una guía que lo explica de maravilla. Dispone de baño adaptado y todo el recorrido es accesible en silla de ruedas.
Agotados por la actividad del día, decidimos ir al hotel a descansar un poco antes de ir a cenar.
El lugar elegido era el Restaurante Indigo, donde dimos cuenta de una cena maridada con vinos de la tierra, donde no se sabía que estaba mejor, si el vino o la comida. No me extraña que Girona sea tierra de grandes cocineros.

Grata sorpresa me llevé con la visita, no conocía la ciudad, ni todo lo que se podía hacer y ver allí. Merece la pena venir a descubrirla y disfrutarla.
Con pocas fuerzas ya en nuestros cuerpos y bien cenados, fuimos a descansar al hotel, al día siguiente salíamos para Perpignan a primera hora de la mañana.
A Perpignan se puede llegar fácilmente por tren, ya que está unido por el Ave con Girona y por coche, una autovía une estas dos ciudades de ambos lados del Pirineo.

Nos alojamos en el hotel Novotel Suites Perpignan Mediterranée, que está justo al lado del teatro de l’Archipel, centro de la cultura en esta bella ciudad fronteriza, que aunque se encuentra del lado francés, tiene muchos lazos de unión con Girona, no en vano han sido vecinos durante muchiiiiiisimos años. El teatro está completamente adaptado y tiene en cuenta a todas las discapacidades para ofrecer un servicio de calidad y no excluir a nadie.

La ciudad es muy bonita de visitar, todas las calles están llenas de historia, son muy cómodas y llanas. En la visita a la ciudad, nos acompaña una guía que habla español, por lo que la comodidad para nosotros que no hablamos francés es inmensa.
La relación de Perpignan con el agua es muy particular, ya que la ciudad la atraviesan varios ríos y está llena de fuentes, fuentes de vida, que da agua.

El día se pasó como si nada, disfrutando de buenos paseos y de la buena compañía. Pena que al día siguiente partíamos a primera hora de vuelta a casa, no teníamos otro enlace, pero el programa continuaba con la visita a otros dos parques de la ciudad, aunque eso tendrá que ser para otra ocasión que volvamos, que seguro que lo haremos.
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Antes de despedirnos, agradecer al ayuntamiento de Girona, al ayuntamiento de Perpignan y al proyecto naturacc, que nos diese esta oportunidad de conocerlos, ya que ha merecido la pena la visita.
Escrito por Kity
Gonzalo
25 de enero de 2016 en 18:02Un viaje muy enriquecedor, quizás lo haga yo que también estoy en silla de ruedas, gracias por vuestro biografía del viaje que me ha animando hacerlo tambien
Kity
26 de enero de 2016 en 17:33Nos alegra infinito que te haya resultado útil.
Si te apetece, cuéntanos a la vuelta cómo lo has pasado.
Esta es tu casa.
Un abrazo rodante 🙂