DUBLIN EN SILLA DE RUEDAS III
En la tercera entrega os voy a hablar del segundo y tercer día. Los dedicamos a visitar la fábrica de Guinness, que es la mayor atracción turística de Dublín; pasear por los parques y hacer un recorrido por la ciudad para ver cositas pendientes del día anterior. ¡Comencemos!

La fábrica de Guinness, como os decía, es la mayor atracción turística de la ciudad y por eso cuidan mucho todos los detalles. La entrada cuesta 18€ si la coges por internet y 20€ si la coges directamente en la fábrica. Hay una entrada especial para usuarios en silla de ruedas y acompañantes. Un empleado te acompaña hasta donde se compran los tickets y te enseña donde están los ascensores. Sinceramente, creo que merece mucho la pena esta visita te guste o no la cerveza. Es un museo que mezcla perfectamente la historia de su producto con la diversión. Yo me sentía como Charlie en la Fábrica de Chocolate jejeje.

Son siete plantas que comienzan con la historia de la elaboración de la cerveza, la de Arthur Guinness, la del transporte…para después dar paso a un mogollón de actividades interactivas en las siguientes plantas que como turista te lo pasarás pipa. Mis preferidas:
La planta dedicada a la publicidad de Guinness. A marketing y a joyas publicitarias creo que les ganan pocos. Nada más llegar, hay varias pantallas donde elegir diferentes campañas publicitarias y visionarlas.
Desde que la visité en 2008, la han remodelado por completo. No reconocía nada, es todo un no parar de cosas divertidas: la publicidad dispuesta como si fuera un zoo, una ostra que canta, una sardina en bicicleta, un fotomatón donde insertar tu cara en diferentes carteles publicitarios…muy divertido todo.




La escuela de “cómo servir la Guinness perfecta”. Es la atracción típica, pero la última vez no la pude disfrutar porque llegamos al último pase y ya no lo hacían. Me gustó por un detalle muy sencillo: tienen un grifo especial para que los usuarios en silla de ruedas puedan servirse su propia Guinness. ¡BRAVO! Al principio pensé que no iba a poder participar en esa atracción y me hizo ilusión que tuvieran eso reservado. No hice fotos, ¡lo siento! aunque luego me entretenía haciendo fotos random como se puede ver en esta foto…jajaja:

En total estuvimos seis horas de visita. Acabamos cansados y agobiados de tanta gente y creo que, si volviera a visitarla, haría el recorrido inverso: del Gravity Bar, el bar que se encuentra en lo alto de la fábrica donde disfrutas de las vistas de todo Dublín, a la planta uno. ¿La razón? Disfrutar del Gravity Bar y sus vistas sin agobios. Quise subir para no quedarme con el gusanillo… y fue una tortura pelearme por coger el ascensor e intentar hacerme un hueco entre los miles de culos a mi alrededor para llegar al ventanal.
Pero lo dicho, merece mucho la pena. Es divertida, es accesible, está adaptada y el personal es muy amable. Su ubicación también tiene su encanto. Al encontrarse a las afueras, en la zona más industrial, está chulo ver esa parte de la ciudad más decadente. Nosotros fuimos hasta la fábrica andando desde el hotel (somos muy de patearnos todo andando/rodando) y me gustó el paseo, nada turístico, pero…tiene encanto. Llegamos pronto, cuando aún podías hacer fotos y todo jeje.


Como curiosidad, pasamos por delante del pub más antiguo de Dublín. Me hubiera gustado entrar, pero no lo hicimos. Pero por fuera lo tienen muy bonito, invita a entrar, ¿verdad?

A la salida de la fábrica, cansados y aturullados de tanta gente, decidimos visitar la catedral de San Patricio, el Castillo de Dublín…pero claro, eran las cinco de la tarde y a esa hora está todo cerrado. Así que nos conformamos con un paseo por las inmediaciones, fuimos a cenar…y a descansar.


Al día siguiente y con las pilas totalmente cargadas, decidimos dedicarlo a visitar St. Stephen Green y Merrion Square. Nos hizo un día fabuloso, salió el sol y no apetecía otra cosa. Pero antes…¡conseguimos ver a Molly Malone! Jejeje.


St. Stephen es ideal para comer (que lo hicimos) y pasear. Está lleno de estudiantes y gente joven tirados en el césped e incluso puedes ver gente echándose una siestecita. Tiene un lago, hay patitos… es un parque precioso, la verdad.

Merrion Square es menos bonito, pero tiene una de las estatuas que más me gustan: ¡la de Oscar Wilde! Es súper chula. Justo enfrente está la casa donde residía, que no sé si se puede visitar. Allí nos tiramos un buen rato haciendo fotos y disfrutando del sol. Incluso aprovechamos para sentarnos en un banco e inflar el cojín antiescaras…ortopedias improvisadas jejeje.


Por la tarde volvimos a Temple Bar y como no estaba muy lleno, le dimos una oportunidad al pub “Temple Bar”. Si bien fue muy agradable disfrutar de su música en directo, la decoración y sentirte genial en el ambiente… que me cobraran 10€ por un café casi me provoca un ataque al corazón. Pero ya puedo decir que tomé el café más caro del mundo en The Temple Bar jajaja.


La tarde la aprovechamos para seguir andando, meternos en alguna tiendecilla, me entró un ataque de hiperactividad por la calle donde necesitaba correr con la silla de ruedas… es que es tan lisa Henry Street que da un gusto rodar por ahí… jaja. La loca de la silla…en nada me hacen una estatua también.

Una forma especial de despedirme de Dublín JAJA.

Hay muchas cosas que no vimos y que quiero ver y otras que recomiendo:
Kilmainham Gaol, la famosa cárcel que sale en El nombre del padre. La visité en 2008 y me encantó. Durante nuestra estancia sabía que estaba en obras y que la parte más chula estaba cerrada, por lo que la descartamos. En teoría es accesible, pero tampoco estoy 100% segura de que se pueda acceder a todas las áreas.
La antigua destilería de Jameson: no la he visitado nunca, así que es una recomendación de “me gustaría verlo” jeje.
Si dispones de tiempo, Phoenix Park está chulo. Con suerte te encuentras con ciervos en libertad.
La biblioteca de Dublín, me han dicho que es preciosa.
Jardín Botánico Nacional de Dublín
El cementerio de Glasnevin. Aunque suene tétrico… es alucinante.
Wall of Fame. Vale, yo pensaba que esto era una parte súper desconocida… y resulta que lo han hecho museo.
Windmill Studios Lane, los estudios de U2, situados en la calle Windmill Lane. Los visité en 2008… y no tengo ningún recuerdo especial, la verdad. Ahora es famoso por sus paredes llenas de graffittis.
Famine Memorial, unas estatuas que conmemora a los irlandeses que tuvieron que emigrar en el siglo XIX a causa de la hambruna.
Malahide Castle. Está a las afueras, hay que coger autobús…pero me enamoré en 2008, una pena no poder haber ido a visitarlo.
Museo de James Joyce, museo de Bram Stoker… los tengo pendientes para mi próxima visita. Y también mirar si son accesibles, claro…
Y bueno, podría seguir, pero creo que no se me ocurren ya más cosas. ¡Lo mejor es pasear las calles y disfrutar!




No he editado las fotos ni nada, tengo mucho lío últimamente y el tiempo que tengo libre no me apetece pasármelo delante del ordenador… pero lo importante es la esencia.
Si visitáis la ciudad, ¡dejadme un comentario, por favor! me encantaría saber vuestra opinión.
Post escrito por Virginia. Podéis seguir sus vivencias viajeras en VIVIENDO RODANDO
Puedes seguir el viaje completo en estos enlaces:
Mari Carmen
16 de agosto de 2017 en 23:26Por si sirve de ayuda a alguien os cuento mi experiencia en Dublin. Fui con unos amigos entre los que iba una chica con silla ruedas. Pudimos visitar muchos sitios sin problema incluso fuera de la ciudad ya que nos gusta mas el aire libre. Conocian a un conductor con vehiculo adaptado que nos recogio en el aeropuerto y nos organizo excursiones a pueblos a las afueras de Dublin. Fue muy comodo y nos llevo a sitios preciosos como Malahide y Howth donde se pueden ver hasta focas en el puerto. Es otra opcion si queries hacer algo diferente. El conductor se llama Anthony y fue muy amable, nos hizo buen precio y ademas habla un poco de español! Os dejo su telefono +353 879431513. A veces para hacer este tipo de visitas echas de menos un coche y alquilar un vehiculo asi puede ser imposible o a un precio prohibitivo.
Kity
5 de septiembre de 2017 en 08:01Muchas gracias por tu aportación Mari Carmen.
Un abrazo rodante 🙂