Vía verde de La Jara con silla de ruedas
Con motivo de fomentar actividades de tiempo libre a personas con diversidad funcional una vez son dadas de alta del centro hospitalario, el hospital nacional de parapléjicos junto con fucicam, llevó a cabo el pasado mes de abril una ruta de 20 km por la vía verde de la Jara, Toledo.
La participación fue de seis personas con discapacidad más voluntarios, debido al número limitado de handbikes, por lo que hubo numerosos pacientes que no pudieron participar ese día de la actividad.

El hospital se encargó del traslado y de la comida de los pacientes y FUCICAM de llevar las handbikes.
El motivo de que yo les acompañara fue, a parte de la invitación por parte de FUCICAM y de formar parte de su equipo de ciclismo adaptado, para que los pacientes, una vez que son dados del alta, vean las múltiples posibilidades que existen. Para que aprendan de aquellos que llevamos muchos años de lesión, que hemos conseguido salir adelante, a pesar de esta mala jugada del destino.
En esta actividad en particular, se quiso motivar la práctica del ciclo turismo en una ruta donde la dificultad era mínima, puesto que el firme es bastante bueno y con cuestas muy suaves, ya que se trata de una antigua vía de tren que ni siquiera llegó a utilizarse.

La ruta que se realizó, como ya se ha comentado, fue de 20 km, los más accesibles, aunque la ruta completa es de 52 km.
La ruta se inicia a 380 m. de altitud, en el mismo andén de la solitaria Estación de Calera y Chozas (Toledo), accediendo hasta el mismo inicio de la ruta en coche. El aparcamiento es de tierra, lo único es que no hay parking específico para gente con minusvalía, pero no hay problema de estacionamiento ya que es una explanada grande.
Una vez en tierra, nuestro trazado enfila al sur en paralelo a las vías del tren, separándose de ellas al poco. Será preciso cruzar la carretera que queda a nuestra izquierda y seguir adelante. Este cruce a nivel, bien señalizado y con buena visibilidad, es la única intersección con carreteras de toda la vía verde.
En la estación de Campillo-Sevilleja, conocida localmente como “Pizarrita”, podemos refrescar nuestro camino en el Quiosko, vagones de tren para diversos usos como restaurantes, alojamiento y wc, todos aptos para personas con discapacidad.

El tiempo estimado para la realización de la ruta es de unas dos hora y media tres horas, para amateurs.
Esta vía se concibió como unión entre Talavera de la Reina (Toledo) y Villanueva de la Serena (Badajoz), pasando por la monacal villa de Guadalupe (Cáceres), uniendo los valles del Tajo y del Guadiana.
La guerra y sus miserias cayeron como un mazazo sobre este proyecto. La posguerra, el automóvil y la despoblación de los campos se confabularon contra el proyecto de construcción del ferrocarril. Sus obras languidecieron hasta que un día alguien se olvidó de ellas. Cuando se abandonaron ya estaba construida toda la explanación, excepto unos 20 Kms. del tramo de Villuercas, con sus estaciones dispuestas a recibir las vías y señales. Incluso se llegó a tender vía desde Villanueva hasta Logrosán, tramo que fue entregado a Renfe y que llegó a disponer de empleados adscritos a la línea, pero hasta esas vías son hoy sólo un recuerdo.

El paisaje es espectacular. La vegetación predominante es esclerófila (de hojas duras), típica del bosque y matorral mediterráneos que se extiende por el entorno de la Vía Verde. Estas plantas soportan temperaturas extremas en verano e invierno.
Otro hábitat característico son los ríos y arroyos que discurren por el territorio. En sus riberas crecen especies adaptadas a suelos húmedos y frescos.
En primavera, durante abril y mayo, acontecen verdaderos espectáculos cromáticos, cuando florecen las jaras y los cantuesos. Aquellas visten los campos de blanco, éstos de un intenso color violeta.

Durante la ruta nos encontraremos con las viejas infraestructuras ferroviarias como túneles, viaductos y estaciones, únicos testigos silenciosos del paso del tiempo y como han visto doblegada su utilidad a fundirse con el paisaje jareño.
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Una ruta muy recomendada, que nos enseña una doble cara, aquella en la cual se quiso ir hacia El Progreso, tan ansiado por el hombre, uniendo pueblos entre sí, pero que el propio hombre abandonó y que se quedo en eso, en un sueño, y que hoy, gracias a otros hombres, se ha recuperado fundiendo en un mismo marco naturaleza y el recuerdo de algo que pudo haber sido y no fue.