Decidimos visitar Viena sin pasar noche allí, saliendo bien temprano desde Budapest en tren. El recorrido eran unas 2 horas y media.
Al llegar a Viena vimos que había opción para trasladarnos en tranvía pero no todos están
adaptados. Aún conservan los más antiguos. Más o menos era 1 adaptado, 1 no adaptado, así que tampoco pasaba nada por esperar unos minutos al nuestro.
Decidimos hacer nuestro recorrido desde lo más alejado, e ir avanzando hasta volver a llegar a la estación para volver a Budapest.
Lo primero fue ir a ver el Ayuntamiento (justo delante suyo habían montado un gran escenario y gradas, se iba a celebrar un festival de cine!), y el Parlamento (estaba en obras toda la fachada, una lástima no poder fotografiarlo bien…).
Ayuntamiento de Viena
Ahí mismo empezaban varios jardines juntos y decidimos cruzar por uno de ellos, Volksgarten, que era precioso todo floreado.
Desde ahí llegamos al palacio de Hofburg, y paseando un poco más por unas avenidas
comerciales de grandes marcas (que se note que estamos en Viena, aquí hay pasta!) llegamos a la catedral de Viena y al Hard Rock Café, manteniendo nuestra tradición de comprar una camiseta en cada ciudad que visitamos.
Palacio Imperial de Hofburg
Habíamos leído en blogs que si vas a Viena y te gusta el chocolate es visita obligada ir al Hotel Sacher (dónde se inventó la tarta Sacher) y probarla… y allí fuimos! Tenemos que decir que, aunque no es barata (la porción unos 8€) vale muchísimo la pena, está deliciosa!
Tarta Sacher
No disponíamos de mucho más tiempo hasta la salida del tren así que tuvimos que renunciar a algunos sitios y decidimos ir, que además estaba cerca de la estación, a visitar los jardines del Palacio Belvedere, tan famoso y fotografiado.
Jardín y Palacio Belbedere
Y con todo esto aún en la retina nos tocó volver a la estación para coger el tren de vuelta a
nuestro hotel de Budapest.
Decidimos visitar Viena sin pasar noche allí, saliendo bien temprano desde Budapest en tren. El recorrido eran unas 2 horas y media.
Al llegar a Viena vimos que había opción para trasladarnos en tranvía pero no todos están
adaptados. Aún conservan los más antiguos. Más o menos era 1 adaptado, 1 no adaptado, así que tampoco pasaba nada por esperar unos minutos al nuestro.
Decidimos hacer nuestro recorrido desde lo más alejado, e ir avanzando hasta volver a llegar a la estación para volver a Budapest.
Lo primero fue ir a ver el Ayuntamiento (justo delante suyo habían montado un gran escenario y gradas, se iba a celebrar un festival de cine!), y el Parlamento (estaba en obras toda la fachada, una lástima no poder fotografiarlo bien…).
Ayuntamiento de Viena
Ahí mismo empezaban varios jardines juntos y decidimos cruzar por uno de ellos, Volksgarten, que era precioso todo floreado.
Desde ahí llegamos al palacio de Hofburg, y paseando un poco más por unas avenidas
comerciales de grandes marcas (que se note que estamos en Viena, aquí hay pasta!) llegamos a la catedral de Viena y al Hard Rock Café, manteniendo nuestra tradición de comprar una camiseta en cada ciudad que visitamos.
Palacio Imperial de Hofburg
Habíamos leído en blogs que si vas a Viena y te gusta el chocolate es visita obligada ir al Hotel Sacher (dónde se inventó la tarta Sacher) y probarla… y allí fuimos! Tenemos que decir que, aunque no es barata (la porción unos 8€) vale muchísimo la pena, está deliciosa!
Tarta Sacher
No disponíamos de mucho más tiempo hasta la salida del tren así que tuvimos que renunciar a algunos sitios y decidimos ir, que además estaba cerca de la estación, a visitar los jardines del Palacio Belvedere, tan famoso y fotografiado.
Jardín y Palacio Belbedere
Y con todo esto aún en la retina nos tocó volver a la estación para coger el tren de vuelta a
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